Cualquiera que pase por la Avenida Venezuela a partir del cruce con Universitaria verá con sorpresa que la Ciudad Universitaria sanmarquina se ha convertido en un espacio sin protección, rodeado por una pampa por donde pueden ingresar a su antojo ; curiosos, ladrones, asaltantes, etc.Esa es obra del Concejo Municipal Metropolitano de Lima, que encabeza el alcalde Luis Castañeda. Se trata de una auténtica agresión contra la universidad más antigua de América, donde se forjan algunos de los cuadros más valiosos del país en materia de ciencias, artes y letras.
No hay el menor alarmismo en lo que afirmamos. La mayoría del público ignora, sin duda, lo que era La Huerta Perdida, un antro de delincuentes, cercano al cementerio Presbítero Maestro, donde toda inseguridad tenía su asiento. Pues bien: Carlos Bruce, cuando fue ministro de Vivienda, decidió desalojar esa guarida, y no se le ocurrió mejor idea que trasladar a sus pobladores a una zona situada frente al campus de San Marcos.Eso explica por qué, en los dilatados meses en que la Municipalidad ha cerrado accesos y salidas a la Ciudad Universitaria, han ocurrido allí diversos asaltos, inclusive con lesiones, contra alumnas y alumnos que salen de clases en horarios nocturnos.
Este agravio a la cultura y al sistema universitario debe ser detenido y sancionado, sea por el Congreso o por el Poder Judicial, puesto que la Municipalidad de Lima ha demostrado que no entra en razones técnicas o económicas. Es toda una concepción urbanística anacrónica y autoritaria lo que está en tela de juicio.Señalando que “La naturaleza esencial del proyecto público desde los años 90 ha pasado de ser espacial y decorativa a conceptual, empírica, participatoria”. Así, Los docentes y los alumnos de San Marcos han dado, pues, en el clavo. No quieren un proyecto inconsulto que les sustrae espacio y, a la mala, los deja a la intemperie.
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